Por qué hacemos lo que hacemos

Por qué hacemos lo que hacemos
septiembre 28, 2015 VERSSION
In Noticias
MC-Escher-Drawing-Hands-1948

Tener presente una simple pregunta, nos puede ayudar a comprendernos, situarnos y orientarnos mejor a nosotros mismos. Sobre todo, en situaciones donde algo no nos cuadra, donde notamos cierta incomodidad que puede manifestarse de diferente formas: insatisfacción, angustia, ansiedad.

Cuando era estudiante de psicología, un amigo, estudiante, en aquel momento, de económicas que estaba realmente entusiasmado con su carrera, estaba convencido de que algunos conceptos que sólo se imparten en la universidad deberían divulgarse porque facilitaría la vida, o los aspectos relacionados con lo económico, a mucha gente. Y me preguntaba si habría algún concepto de psicología que pudiera tener ese status.

En ese momento, con la cabeza de estudiante llena de conceptos y preceptos teóricos, técnicos y metodológicos, no acerté a definir ninguno. Pero con el tiempo, la evidencia se impone y recordé esa pregunta de aquellos años.

Si pudiéramos interiorizar la máxima de que toda conducta está motivada y en ese sentido, siempre cumple alguna función, nos sería de gran ayuda en multitud de ocasiones. Incluso en situaciones donde tenemos comportamientos que no vemos por ninguna parte el sentido de mantenerlos. Pero lo hacemos. (Poner aquí lo que quiera: fumar, una relación, etc.)

¿Por qué hago lo que hago? o ¿Para qué hago lo que hago? Mantener esta pregunta en la cabeza, en las situaciones dónde algo nos indica malestar o incomodidad, nos ayudará a descubrir un “saber no sabido”. Una respuesta que está en nosotros pero que no somos concientes de ello.

A veces, encontramos que detrás de lo que veníamos haciendo se esconden miedos, sentimientos de culpa o creencias acerca de nosotros mismos que nos limitan. Y, llegar a darnos cuenta de esta parte de nosotros ya es un gran paso para cambiar lo que nos trae malestar.

Pero para llegar hasta aquí, debemos partir de la idea de que lo que nos pasa tiene que ver con nosotros mismos, implicarnos. Porque si la causa de nuestros males siempre tiene que ver con la mala suerte, es por “culpa” de mi jefe, mis padres, de mi pareja, el destino o a quien sea que pongamos en ese lugar, está todo “solucionado”, y no hay interrogación posible. Y tampoco hay cambio posible.

La reflexión que compartimos hoy, no es una invitación a obsesionarnos con el sentido de lo todo lo que hacemos, ni a descubrir sesudas conclusiones acerca de nuestros actos. Lo que queremos compartir es la idea de traer a nuestra vida cotidiana mayor conciencia acerca de lo que nos pasa, ser más sinceros con nosotros mismos, lo que nos permitirá hacernos más responsables, y, por tanto, más libres.

 

Imagen: M.C. Escher. Manos dibujando. Litografía, 1948. (vía www.mcescher.com)