Nos inspira. Sonia Delaunay

Nos inspira. Sonia Delaunay
noviembre 18, 2015 VERSSION
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En la historia hay muchísimos casos de figuras que no obtienen el reconocimiento que se merecen, o que nos pasan desapercibidos y que, al descubrirlos, nos invade una sensación de injusticia. Tal es el caso, para nosotros, de Sonia Delaunay. Una artista que, hija de su época, quedó a la sombra de su marido por la creencia de que, para la pareja, sólo era posible una única carrera pública en el mundo del arte.

Pero esa ‘limitación’ abrió las puertas a otras formas de expresión de su talento creativo que permitieron su prolífica contribución al diseño aplicado a la moda, artes decorativas, muebles, etc.

Su historia nos hace pensar en que se trata de otro caso de ‘olvido’, fruto de las relaciones e idiosincrasia de la época. Pareciera como si, negado el acceso a un verdadero reconocimiento artístico, su destino sería quedar relegada a la sombra del talento de su marido, como tantas otras mujeres que fueron situadas como musas, asistentes o colaboradoras del artista. Pero su caudal creativo encontró otros canales para expresarse, contribuyendo al desarrollo del diseño, como pionera en la aplicación del arte en diversos sectores, donde tampoco su aportación parece que fue suficientemente reconocida.

Doble injusticia que nos mueve a hacer un breve e incompleto recorrido por su biografía, como humilde homenaje a su figura.

Sonia Delaunay, nació en Ucrania, como Sarah Stern en el seno de una familia humilde que no podía hacer frente a la llegada de un nuevo miembro, por lo que fue criada y posteriormente adoptada por unos tíos ricos en San Petesburgo, Anna y Heinrich Terk . Esto le permitió acceder a la educación y desarrollar sus aptitudes artísticas primero en Alemania y luego en París.

Allí conoció a Robert Delaunay, su marido, con quien formó una de las parejas de artistas más productiva y mutuamente enriquecedora. Aunque, es difícil precisar ese intercambio. En 1913, el interés de los Delaunay de capturar el ritmo y movimiento urbano a través de líneas curvas y la contraposición de colores vivos, dio lugar al simultaneísmo, tomando el término de las teorías sobre el color de Henri Chevreul.

La creación de un edredón para el hijo de ambos nacido en 1911 combinando retazos en formas geométricas de colores estridentes inspirado en el arte popular ruso, fue visto por sus amigos artistas como la materialización de los conocimientos de Sonia sobre el color y las formas y fue animada por ellos y por su marido a centrar sus investigaciones en las artes aplicadas. Así, los Delaunay pasaron a la abstracción pura siguiendo caminos relacionados pero distintos y entraron en la historia del arte en categorías diferentes y desiguales.

Sonia comenzó a realizar telas y distintos tipos de objetos aplicando sus investigaciones sobre la forma y el color dando lugar a una carrera que quedaría más ligada a su rol como diseñadora y en las artes decorativas, que como pintora completa, según ella misma ha reconocido.

Pero no es hasta 1918, tras los efectos de la guerra y la revolución rusa, que redujeron los ingresos de Sonia, buscó aplicaciones comerciales de su talento. A partir de esa fecha comenzó a realizar vestuario para artes escénicas, telas y vestidos que devino en la apertura de Casa Sonia en Madrid en 191, una tienda de moda. El negocio fue todo un éxito…

A principios del siglo XX, la moda femenina se convirtió en un medio importante a través del cual los principios de la abstracción se hacían llegar a un público más amplio, a medida que el legado de la forma de vestir victoriana daba paso a la preocupación moderna por la ropa como forma de crear identidad. Los experimentos de Sonia Delaunay con el color y el diseño contribuyeron poderosamente – junto con los del grupo Bloomsbury de Londres- a forjar con adelanto lo que llegaría a ser un matrimonio largo y difícil entre el arte moderno y la moda.

Su nombre y sus diseños se convirtieron en sinónimo de “estilo moderno” y su creatividad le llevó a experimentar con el diseño de muebles, alfombras, en el cine, incluso al ámbito automotriz, decorando un modelo de Citröen.

Tal vez hoy, este desarrollo nos puede parecer natural, tras tantos ejemplos de creadores que dispersan su creatividad en distintos sectores con colaboraciones y “merchandising” o diversificando su negocio, como Emporio Armani. De ahí el mérito de esta pionera que, a principios del siglo XX ya anticipó una forma nueva y genuina de relación del arte con la vida cotidiana, la dimensión artística y subjetiva del vestir e, incluso, podríamos decir, que llegó a vislumbrar un modelo de negocio adelantado a su época.

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Todas citas de esta entrada pertenecen al libro «Los otros importantes. Creatividad y relaciones íntimas», Whitney Chadwick e Isabelle Curtivron. Madrid. Ediciones Cátedra. 1994.